En Lima, Perú, un grupo de jóvenes mujeres, en el ámbito de las actividades apostólicas organizadas por el Sodalitium Christianae Vitae (SCV), decidieron iniciar una experiencia de vida de consagración en comunidad y de entrega apostólica.

La Fraternidad Mariana de la Reconciliación fue constituida como Asociación pública femenina de fieles de derecho diocesano. Desde entonces se celebra, en la solemnidad de la Anunciación del Señor, el inicio del peregrinar de la comunidad.

La Fraternidad estuvo bajo la autoridad del Superior general del SCV y cooperó en algunas de las obras apostólicas de dicha Sociedad. Además contribuyó en la animación del Movimiento de Vida Cristiana y de la Asociación de María Inmaculada.

La misión de la Fraternidad se extendió a otros países, lo que la enriqueció eclesialmente y la abrió a nuevos campos apostólicos. Antes del año 2000 la Fraternidad tuvo comunidades apostólicas en Perú, Colombia, Estados Unidos e Italia.

Memoria de Santa Inés, la Fraternidad Mariana de la Reconciliación recibió la aprobación canónica como Sociedad de vida apostólica laical de derecho diocesano y fueron aprobadas sus primeras Constituciones. Ese mismo año, a partir de la I Asamblea general ordinaria, la Fraternidad contó con un gobierno autónomo presidido por una Superiora general elegida por sus miembros.

Junto con el rechazo que generó el conocer los escándalos concernientes al fundador del SCV y algunos de sus miembros, la Fraternidad tomó conciencia de las heridas profundas en su cultura institucional e inició una etapa importante de purificación y renovación. Esta conciencia llevó progresivamente a reconocer historias dolorosas vividas al interior de las comunidades fraternas como consecuencia de esta insana cultura institucional. Estas historias nos duelen, rechazamos los abusos cometidos y estamos comprometidas a poner cuanto esté de nuestra parte para evitar estos comportamientos y todos aquellos que nos impidan vivir nuestra vida y servicio según el modelo del Evangelio.

Se realizó la II Asamblea general en la que se aprobó iniciar un proceso de revisión del texto de las Constituciones y de escucha del carisma.

Acudimos a la asesoría de personas externas, con amplia experiencia profesional y eclesial, que nos brindaron lineamientos para una renovación de nuestra vida institucional y formación sobre distintos aspectos de la vida consagrada.

El Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo, nombró al padre Iñazio Azcoaga nuestro visitador para asesorar a la Superiora general y su Consejo, orientar las Comisiones que trabajaron las nuevas Constituciones y dialogar con todas las fraternas acompañando nuestra preparación hacia la III Asamblea general.

Se realizó la III Asamblea general que contó con la participación de todas las fraternas y en la que se aprobaron las actuales Constituciones, fruto de un camino marcado por la sinodalidad. En dicha Asamblea se profundizó en el don de la vocación fraterna y se tomó la decisión de desvincularse institucionalmente del SCV considerando que la relación con dicha Sociedad no es esencial para definir la naturaleza y vocación de la Fraternidad. Las fraternas decidimos, además, abrazar los tres consejos evangélicos (cf. can. 731 §2).

La Fraternidad confía su historia en el corazón providente de Dios y, agradecidas por el don recibido, las fraternas desean continuar respondiendo con ardor al llamado que el Señor les hace a anunciar el Evangelio en medio del mundo.