La vocación fraterna
Mujeres consagradas
Las fraternas consagramos nuestra vida a Dios respondiendo a su llamado. Seguir más de cerca al Señor Jesús, abrazando los consejos evangélicos, es para nosotras un camino de amor a Aquel que nos amó primero.
Evangelizando en medio del mundo
Con generosidad y disponibilidad deseamos poner nuestra vida al servicio de la evangelización. Somos enviadas a diversas culturas y ambientes para proclamar la Buena Nueva y vivir y promover la auténtica fraternidad.
Viviendo en comunidad
A semejanza de los primeros discípulos caminamos juntas en la fe, la esperanza y la caridad, viviendo como hermanas bajo el amparo de nuestra madre María, y en espíritu de familia, descubriendo así el don de la alegría que el Señor nos ha dado.
Sirviendo a la Iglesia Universal
Nuestro nombre
Fraternidad
Mariana
Es una bendición que la Madre de Dios esté presente en nuestro nombre ¿Quién mejor que ella para guiar nuestro camino de consagración? Recibimos a María en nuestras vidas y comunidades respondiendo a la invitación que nos hace Jesús desde la Cruz: “Hijo, ¡he ahí a tu madre!” (Jn. 19, 26). Ponemos nuestra vocación en sus manos, confiadas en su intercesión y amor maternal, y buscamos seguir su ejemplo de respuesta amorosa en el misterio de la anunciación y al pie de la cruz.
de la Reconciliación
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